En esta edición limitada me he permitido el lujo de hacer lo que más me gusta, parar el tiempo.
Abstraerme de todo lo que me rodea y poner los cinco sentidos en la cuajada, el corte lento de las liras, la textura óptima del desuerado, y prensar a mano con el paño cada uno de los quesos.
Dentro de la cava de maduración, con la calma y el silencio que se respira, he podido dar a cada queso el trabajo manual que pedía en cada momento, y disfrutar de los olores que desprenden los hongos que dan el carácter a el Sarró.
Deseo que el aspecto, aroma textura y sabor de estas piezas seleccionadas os transporten directamente a los bosques y prados de la masía que me ha visto crecer como quesero.